Hoy es la fiesta de Cristo Rey
“La mayoría de nosotros, comprensiblemente, iniciamos el viaje asumiendo que Dios está “allá arriba” y que nuestro trabajo es trascender este mundo para encontrarlo. Pasamos tanto tiempo tratando de llegar “allá arriba” que nos olvidamos de que el gran salto de Dios en Jesús fue venir “aquí abajo”. Gran parte de nuestra adoración y esfuerzo religioso es el equivalente espiritual de intentar subir por lo que se ha convertido en la escalera mecánica descendente. Sospecho que la mentalidad de “allá arriba” es la forma en que la búsqueda espiritual de la mayoría de las personas tiene que comenzar. Pero una vez que comienza el verdadero viaje interior, una vez que llegas a saber que en Cristo, Dios está siempre superando la brecha entre lo humano y lo divino, el camino cristiano se convierte menos en una cuestión de ascenso y actuación, y más en una cuestión de descenso, de dejarse llevar y desaprender. Conocer y amar a Jesús consiste en gran medida en volverse completamente humano, con heridas y todo, en lugar de ascender espiritualmente o pensar que podemos permanecer intactos. Al ego no le gusta en absoluto este cambio fundamental, por lo que seguimos volviendo a algún tipo de principio de actuación, tratando de salir de esta encarnación desordenada en lugar de aprender de ella”.
~Richard Rohr
Este icono representa a Cristo Rey. Las letras griegas de su aureola significan “Yo soy el que soy”, Dios y ser humano. Cristo es el puente entre el tiempo y la eternidad.
Serafines de seis alas rodean el trono de Cristo, y las bestias aladas de Ezequiel emergen de las cuatro direcciones, representando ahora a los cuatro evangelistas. Todos, excepto Cristo, están pintados como si fueran transparentes, para enfatizar que son espíritus. Cristo está pintado con colores llamativos, porque es humano.
En ocasiones, un énfasis equivocado ha llevado a los cristianos a condenar el mundo material. Sin embargo, este mundo nuestro está llamado a una gloria inconcebible, tanto porque fue creado por Dios como porque fue asumido por la propia persona de Dios. Gracias a Cristo, no hay nada ni ninguna persona en este mundo que no merezca nuestro respeto.
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